Un grupo de educadores, buscábamos encontrar un espacio diferente, donde cada niño y cada niña se sintieran, comprendidos, atendidos, amados, estimulados. Más aún en una época de cambios, en la que se haría urgente descubrir el sentido y los valores que justifiquen el ser, el vivir, el actuar.
Por experiencia sabíamos que es más efectivo el desarrollo integral del niño y del joven en un espacio adecuado, con un trato personalizado y amable que permitan una sana socialización.
Fue así como en el año 1998, después de intensa búsqueda, encontramos una hermosa residencia antigua, ubicada en la calle Los Pescadores, Ñuñoa.